Dukan si? Dukan NO

     De todos es conocido el dicho “estar guapo cuesta trabajo” y obviamente todo objetivo cuesta y conlleva un esfuerzo, pero estamos dispuestos a pagar cualquier precio??? No deberíamos…

Hoy hay un millón de dietas y trucos para perder peso, y aunque la mayoría de ellas dan resultados, no todas son buenas ni SANAS.

Aquí voy a centrarme en la que hoy por hoy es la más famosa y mentada, de la que todo el mundo habla y parece ser milagrosa, pero desgraciadamente tiene fallos… y muchos: la dieta Dukan.

Quiero dejar claro lo primero que no soy médico, pero sí soy profesional del deporte y desde mis conocimientos de anatomía, fisiología, nutrición, entrenamiento y salud me atrevo y puedo opinar de este método y puedo contaros los motivos por los que NO es aconsejable seguirla.

     Muchas veces os he hablado de la importancia que tiene para la salud el ejercicio y la dieta. Cómo estas dos cosas nos ayudan a mejorar nuestra calidad de vida y nuestro físico. Y lo contraproducente y peligroso que es comer mal y no moverse. Lo mejor y más efectivo para perder peso es seguir unas pautas de entrenamiento correctas y una dieta sana y equilibrada. Esto es lo que nos dará resultados. La dieta Dunkan no es que no los tenga, claro que los tiene. Es efectiva, pero lo importante: NO ES SALUDABLE.

Las dietas hiperproteicas son utilizadas en ocasiones, incluso los mejores dietistas las prescriben. Pero siempre en periodos cortos y muy controlados, ya que este tipo de alimentación  es peligrosa por su propio mecanismo de absorción y por la cantidad de residuos resultantes de ese proceso.

Estos residuos tienen que expulsarse, y para eso está el hígado y los riñones, que se ven saturados y obligados a realizar un trabajo extra. Y teniendo en cuenta que las funciones hepáticas disminuyen con la edad, no es lo más conveniente forzar de esta manera un órgano tan importante. Y los riñones que filtran y expulsan mediante la orina el 98% de esos residuos, los estamos sometiendo a una tremenda sobrecarga. De ahí que esta dieta sea completamente incompatible con personas que padezcan insuficiencia renal, diabetes, cálculos renales o biliares, ácido úrico (gota) o artritis.

Debido a todo esto debemos beber mucha más agua que en una dieta normal para facilitar la expulsión de los residuos, que también salen a través del sudor, con lo que sudamos muchísimos más, y lo que es peor, nuestro sudor es de peor calidad y más “sucio”. Resultado: mal olor corporal.

     En una persona sana, sus necesidades energéticas diarias, vienen dadas por una proporción aproximada de un 55-60% de hidratos de carbono, un 25-30% de grasas y un 15-20% de proteínas; si por motivo de una dieta cambiamos e incluso anulamos esas proporciones hasta suprimir la ingesta de hidratos de carbono, entonces el cuerpo pierde su principal fuente de energía. Ello supone que nos resentiremos a la hora de realizar ejercicio, de estudiar, de concentrarnos… en definitiva, mermaremos nuestra actividad diaria. Lo que

también afectará a nuestro metabolismo basal, que es la energía necesaria para el mantenimiento de funciones vitales como: mantenimiento de la masa  muscular, de las funciones de los órganos, formación y conducción de señales (especialmente el sistema nervioso) el trabajo mecánico de respiración y circulación sanguínea y el mantenimiento de la temperatura corporal.

     Como podéis ver ninguno de estos motivos son para tomarse a la ligera el tema de perder kilos.